En este post vamos a intentar aclarar las diferencias entre las curvaturas fisiológicas y las patológicas de nuestra columna y cuándo pueden provocar dolor de espalda. 

Muchas veces en consulta, la gente refiere tener lordosis o cifosis como algo malo, puede que la sonoridad de las palabras sea bastante terrible, pero a pesar de no ser agradables al oído son algo bueno.

Curvas anatómicas de la columna

Nuestra columna tiene cuatro curvas anatómicas, dos de ellas son cóncavas y se conocen con el nombre de lordosis cervical y lordosis lumbar; y las otras dos son convexas, cifosis dorsal y cifosis sacra.

Hay varios motivos por los que existen estas curvaturas, ayudan a absorber las cargas, contrarrestan el efecto de la gravedad, facilitan la movilidad…

Una de las alteraciones más habituales de la columna es la rectificación de estas curvaturas anatómicas, esto quiere decir que el ángulo de las mismas está disminuido, y la columna está más recta. Normalmente asociaríamos eso a algo bueno, parece que cuando algo está más recto es más resistente, pero en el caso del raquis es todo lo contrario, suele ser sinónimo de rigidez y de disminución de movilidad y puede provocar dolor de espalda.

Habitualmente ocurre lo contrario y el ángulo está aumentado, lo que denominamos hipercifosis o hiperlordosis y las consecuencias son iguales que en el caso anterior, puede aparecer dolor de espalda ya que parte de la musculatura va a estar acortada y la antagonista elongada, traduciéndose en menos movilidad.

Algunas personas tienen invertidas estas curvaturas, es decir, que en la columna dorsal hay una lordosis y en la lumbar una cifosis, no tiene porqué producir dolor de espalda, porque la funcionalidad del cuerpo está adaptada y suele ser algo que está presente desde la infancia; en cambio es bastante probable que su movilidad esté reducida, porque la localización de las curvas fisiológicas tiene una razón biomecánica.

Escoliosis, la desviación más conocida

Sin duda, la desviación más conocida es la escoliosis. Lo que se desconoce es que en muchas ocasiones esa escoliosis es adaptativa a otra causa, por ejemplo, si en el momento de la valoración la persona se encuentra con dolor, o tiene un acortamiento muscular, vamos a ver en la columna una inclinación, si solamente valoramos esa parte, sin tener en cuenta el resto, podemos pensar que tiene una escoliosis.

Por supuesto hay varias maneras de diferenciar si esa desviación es propia de la columna o está causada por un problema en otra parte. Lo que diferencia una escoliosis estructural (propia de la columna) de una adaptativa (origen externo a la columna) es la rotación de las vértebras. 

Cuando hay rotación de las vértebras se genera una inclinación de toda la columna, es lo que conocemos como escoliosis estructural. Se puede diagnosticar en una radiografía en la que observamos la parte posterior de las vértebras rotada. En consulta, al flexionar el tronco hacia delante vamos a ver un lado de las costillas más elevado que el otro, esto se conoce con el nombre de giba. 

Cuando se trata de una escoliosis adaptativa a otra causa, no hay rotación de los cuerpos vertebrales, por lo que en la placa veremos alineada la parte posterior de las vértebras y en consulta no habrá elevación de un lado de las costillas.